Culminó una intensa experiencia de acompañamiento y fortalecimiento de proyectos de escritura en Cine de No Ficción – FS LAB

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Fotografía gentileza Homovidens Audiovisual

Quizás sea en el cine donde, casi contradictoriamente, los procesos parecieran ser menos visibles. La “obra” o el resultado desplegado en una película o corto parece eclipsar de forma pública todo el complejo engranaje que hace posible el momento audiovisual. En el ritual del estreno y visionado, muchas veces, no queda mucho espacio para posar la mirada en esos procesos que – cruzados por distintos lenguajes, roles, etapas, temporalidades- se vuelven lejanos, secretos. En esa coyuntura, el Laboratorio de Escritura de Cine de No Ficción FS LAB, antesala de una nueva versión del Festival Internacional de Cine de No Ficción Frontera Sur, a realizarse durante el mes de noviembre en Concepción (Chile), se instituye como una residencia que, precisamente, enfrenta colectivamente el proceso creativo de escritura de cine documental.

Acompañar y fortalecer la creación en no ficción, así como enfatizar en esos tiempos, lentos, de escritura y gesto de archivo, fueron los ejes trabajados por los ocho creadores seleccionados para el LAB, cuyo desenlace fue comprender que la práctica escritural es, también, un lugar de conocimiento que vuelve posible el gesto político de la imagen en movimiento.

El Festival Frontera Sur tiene como consigna y pulsión pensar el cine como un territorio fronterizo y, en ese marco, el proceso de selección de los proyectos, estuvo atravesado por una curatoría donde lo cinematográfico se asume, no sólo desde su potencial geopolítico, sino que, también, desde su capacidad de tensionar los relatos únicos e incomodar los límites escriturales con otros modos de hacer y de ver. Los archivos corporales, las políticas de la memoria, las genealogías y saberes feministas, fueron puntos de conexión en las propuestas seleccionadas, lo que reveló otras formas de escritura, y que en el laboratorio pudieron observar, dialogar e impulsar.

Cristián Saldía, director del Festival de Cine de No Ficción Frontera Sur, releva que, efectivamente, “eran películas en proceso, que transgreden los géneros establecidos, tensionan los discursos hegemónicos y se aproximan a la realidad de manera tangencial y descentrada, transitando sus bordes y periferias. Evidencian un modo de entender el cine, donde la libertad, el riesgo y la toma de posición frente a lo que nos rodea aparecen como factores primordiales”.

Todo el proceso de residencia tuvo como locación el Fundo El Raigón, en Talcamávida, Región del Biobío, y se desarrolló entre el 18 y el 26 de agosto. Javiera Véliz Fajardo, Claudia Carreño, Paula Cisterna, Nicolás Tabilo Sanhueza, Eugenio Villagra, José Jiménez, Nicolás Torchinsky y Celeste Rojas, creadores en residencia, revisitaron sus proyectos audiovisuales acompañados por la reconocida productora y asesora de escritura documental española Marta Andreu, y el director de cine y teatro argentino Gustavo Fontán, quien dimensionó su accionar político.“Me siento honrado y agradecido de haber formado parte, como tutor, de esta primera experiencia del Laboratorio de Escritura de Frontera Sur. Los ocho proyectos elegidos dan cuenta de una mirada personal sobre el mundo, y esto ya es alentador. Pensar en distintas miradas, por fuera de los relatos hegemónicos, es un gesto político y un acto fundante”, comentó quién es considerado como uno de los cinco mejores documentalistas de la década, por la Fundación Konex.

Luego de una intensa semana de intercambios y cruce de saberes, se realizó la entrega final del proceso, el 26 de agosto, en la Biblioteca Municipal de Concepción, donde cada uno tuvo la oportunidad de compartir los ejes fundamentales de su trabajo creativo, los impactos en sus proyectos al final del Laboratorio, así como dialogar junto a Isabel Orellana (productora y programadora) y Camila José Donoso (directora), quienes acompañaron esta última jornada. Este espacio de retroalimentación estuvo marcado por una toma de posición frente a cada uno de sus proyectos escriturales, rescatando la intensidad que significó volver sobre lo creado, hacerlo de manera colectiva y, además, junto a las experiencias de los tutores.

La fotógrafa y artista visual Celeste Rojas, una de las creadoras seleccionadas para este Laboratorio, comenta que la experiencia “ha sido hermosa, es un lugar bello y nos ha servido mucho para lo que se necesita en estos casos, un poco de aislamiento para pensar e introducirnos en nuestros proyectos. Es la primera vez que vengo a un laboratorio de cine, entonces, es algo nuevo y no sabía con qué me iba a encontrar. Yo quería socializar el proceso de trabajo, de escritura, que por lo general es muy solitario”, explica. Su proyecto, Una sombra oscilante, posa su mirada en un archivo fotográfico paterno, integrante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), para revisitar el pasado, desde una actualización de los materiales para pensar nuestro presente.

Por su parte, Nicolás Torchinsky, cineasta argentino y, también, seleccionado del Laboratorio con su proyecto El Polvo, comenta que es el primer taller al que asiste, “y fue un proceso intenso, de acumulación, y en unas semanas más será el momento de la decantación, de descubrir esas perlas que me ayudarán a terminar mi trabajo”. Sobre el lugar que los recibió, considera que “es una linda metáfora del taller, pues cuando uno mira el paisaje se ve muy pacífico, pero debajo del río hay corrientes muy fuertes, estamos muy movilizados”. Nicolás activa su lente frente al desarme de la casa de su tía fallecida para, desde esa colección, rescatar lo que queda/hay de ella en su experiencia como transexual.

Con una mirada sobre lo territorial que emana del laboratorio, Paula Cisterna Gaete, antropóloga sociocultural y fotógrafa, comenta que sus expectativas en torno al laboratorio de escritura eran muy altas, en virtud de los tutores que les acompañarían; pero, también, “con la visión que tengo del Festival Frontera Sur, que tiene algo muy territorial y eso me motivaba. Yo quería compartir lo mío dentro de una iniciativa local, es decir, el cine que se está haciendo con el territorio”, releva quien fue seleccionada con el proyecto Yeni ¿Dónde estás?, película que, también, indaga y visibiliza los descubrimientos y cambios en una persona que, en su adultez, se asume como transexual.

En ese contexto, hay ciertas pulsiones que definen un modo de hacer escritural y que surgieron de esta experiencia. Quizás lo más relevante, fue evidenciar que la práctica del cine se vuelve un espacio de transformación profunda, no sólo para quien lee y visiona, sino que para los propios creadores. Precisamente, Marta Andreu, una de las tutoras, relevó la experiencia de laboratorio como “encuentros, donde una puede sentirle al otro. Más allá del primer momento, donde explico la forma de entender este tipo de cine que amamos, lo que ocurre después es un diálogo, donde hay un tiempo para cada proyecto. Cada película está viva y es un órgano que se transforma, asimismo, el director y directora también”.

Al gesto irrenunciable del archivo en el cine documental, se suman las implicancias de la dimensión sonora, en su presencia y ausencia. Los silencios aparecen en estos proyectos como personales políticas de la memoria, como vocaciones y vindicaciones frente a los relatos patriarcales de nuestro presente. En cada uno de ellos, el secreto, tan masculinizado en las prácticas del arte, se devela a través de lo audiovisual, evidenciando diversas y feroces formas de representación del cine contemporáneo.

Es bueno recordar que durante la cuarta jornada de este Laboratorio, el proceso de residencia se abrió a la comunidad de Concepción, en la acción paralela con dos charlas. Las jornadas recibieron más de 200 personas que compartieron junto a los tutores y reflexionaron en torno a los ejes de las ponencias: “Las narrativas de lo real: algo de cazador, algo de arquitecto”, de Gustavo Fontán y “Una cuestión de horizontes. Paisaje y memoria en la creación documental”, con Marta Andreu. Estas se realizaron el 21 y 22 de agosto, respectivamente, en el Auditorio de la Facultad de Humanidades y Artes, de la Universidad de Concepción.